Una Oración de Jonás De Jonás 2:1-9
Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti… (Jonás 2:7)
Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti… (Jonás 2:7)
En el libro de Joel del Antiguo Testamento encontramos muchas complejidades.
La culpa: una locura tan antigua como el propio Edén. Dios dio a sus primeros hijos instrucciones para ayudarles a vivir bien, pero ellos eligieron su propio camino. Ante las consecuencias, Adán dijo: “La mujer que pusiste aquí conmigo me dio algo del fruto…” ¡Incluso antes de culpar a Eva por compartir el fruto, Adán culpó a Dios por ponerla en el jardín!. Y luego estaba la propia Eva: “La serpiente me engañó”.
La vida a menudo nos empuja a momentos que ponen a prueba la resiliencia de nuestra fe, dejándonos con preguntas y dudas. Hace cuatro años, mi vida se vio sacudida cuando mi madre sufrió un derrame cerebral y tuvo que ser trasladada de urgencia al hospital. La circunstancia fue particularmente conmovedora ya que ella cayó enferma mientras estaba en la iglesia; me estaba preparando para reanudar los servicios después del cierre inducido por el COVID-19.
La oración es un componente vital de la vida del creyente, porque es la línea directa de nuestra comunicación con Dios. A través de la oración, entramos en el reino de la eternidad y tenemos el privilegio de acercarnos al mismísimo propiciatorio de Dios. Esa admisión se concede a los creyentes sólo mediante la perfecta obra de redención de Cristo Jesús.
Hace varios años, en una conferencia sobre evangelización, escuché a un orador decir: “Nos hemos arrinconado. No sabemos qué hacer cuando el pecado ocurre en la vida de un creyente”. Se estaba refiriendo a una teología que afirmaba que los cristianos llenos del Espíritu no pueden pecar. Errores, errores, si… pero no pecado.
Las oraciones son conversaciones con Dios que surgen de situaciones y contextos específicos de la persona que ora. Nos encontramos con muchas oraciones de este tipo en las Escrituras, especialmente en los Salmos. Pero hay más. Jeremías ora y sus oraciones de lamentación expresaron su dolor por la destrucción de Jerusalén en el 586 a.C. Job, como Jeremías, también sufre por sus pérdidas.
Recuerdo la primera vez que me subí a una gran montaña ursa. Yo tenía unos 9 años. Mi familia estaba de vacaciones de verano y visitamos World of Fun en Kansas City. La Mamba acababa de abrir el año anterior y fue promocionada como ¡una de las montañas rusas más altas, largas y rápidas del mundo!
La confianza es un fantástico trampolín hacia la victoria. Asa, el rey de Judá, actuó con un sentido de seguridad y fortaleza debido a su fe en el Señor, su Dios. Fue un hombre bueno y piadoso durante la mayor parte de su reinado hasta que cambió su fe del Dios en el que confiaba hacia los sistemas y las personas que lo rodeaban (2 Crónicas 16:7-14). El pueblo obedeció su liderazgo durante treinta y cinco años y sus victorias aumentaron.
“Estoy contigo”. Estas simples pero profundas palabras pronunciadas por Dios a lo largo de las Escrituras expresan el testimonio de nuestros antepasados bíblicos sobre la fiel presencia de Dios. Como el señor le había asegurado a Moisés de la presencia divina, Moisés respondió: “Si tu presencia no está con nosotros, no nos hagas salir de aquí. ¿Cómo vamos a saber tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? (Éxodo 33:14-16).
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