¿Qué son los Medios de Gracia?

¿Qué son los Medios de Gracia?

¿Qué son los Medios de Gracia?

Piense en las muchas formas en que se comunica a diario con otras personas. Habla cara a cara o transmite en línea. Escribe una carta y la envía por correo. Envía una nota por correo electrónico en su computadora o tableta. Envía mensajes de texto o mensajes directos con su teléfono. Envía notas a través de herramientas de redes sociales. Esto sólo toca la superficie de las opciones de comunicaciones disponibles para usted.

Dios también se acerca para comunicarse e interactuar con los creyentes en una amplia variedad de formas. Cuando hablamos de gracia, a menudo pensamos en gracia preveniente, gracia salvadora y gracia santificadora. Todas estas se relacionan de una manera u otra con nuestra fe en Cristo Jesús nuestro Salvador. Más allá de eso, el Espíritu Santo obra en nuestras vidas de múltiples formas para hacernos crecer en gracia y transformarnos a través de su poder para hacernos más como Cristo. A menudo nos referimos a las formas en que Dios  se comunica, interactúa, nos hace crecer y nos transforma como medios de gracia. Dios se encuentra con nosotros y nos cambia a lo largo de toda una vida de prácticas y hábitos que nos acercan a Cristo.

 

Esta edición de Holiness Today explora algunos de los medios de gracia. Dios usa muchos más medios de los que podría presentar una edición de esta revista. Nuestro Dios es un Dios maravilloso que se acerca a nosotros de múltiples maneras para hacernos crecer a lo largo de toda una vida viviendo con Él. John Wesley desarrolló tres categorías para entender los medios de gracia. La primera categoría incluye los medios de gracia instituidos en las enseñanzas de Cristo y los medios prudenciales, que la razón y la experiencia nos enseñan para el crecimiento cristiano. La segunda categoría enumera los medios de gracia generales que sustentan nuestro estilo de vida cristiano. La tercera categoría incluye las obras de piedad que nos mantienen en una relación de amor con Dios y  las obras de misericordia que nos ayudan en nuestras relaciones con los demás.

Los medios instituidos incluyen oración, lectura de las Escrituras, la Cena del Señor, el ayuno y el compañerismo cristiano. Los medios prudenciales se refieren a no hacer daño a los demás, hacer el bien y seguir las directrices de las Escrituras lo mejor que podamos. Los medios generales incluyen guardar los mandamientos de Dios, evitar pecar intencionalmente, negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y acercarnos a la presencia de Dios diariamente. Practicamos obras de piedad mientras adoramos a Dios tanto individual como colectivamente, elegimos un estilo de vida saludable y compartimos nuestra fe. Practicamos obras de misericordia al visitar a los enfermos, llevar alimentos y provisiones a las personas necesitadas, contribuir económicamente a las necesidades de los demás, buscar la justicia bíblica y ayudar a los oprimidos. Estas prácticas y docenas de otras le dan a Dios una puerta abierta par acercarse a nosotros y extender gracia en nuestras vidas a través del poder del Espíritu Santo.

Debemos advertir que estas prácticas y disciplinas no proporcionan gracia en sí mismas. En otras palabras, nuestros esfuerzos no nos hacen semejantes a Cristo al desarrollar mejores hábitos o perfeccionar los rituales religiosos. Esto nos permitiría pensar que somos justos por nuestras propias obras. Pablo lo dijo bien en Efesios 2:8-9: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regado de Dios y no por obras, para que nadie se jacte”. Dios ofrece salvación por gracia, de principio a fin, únicamente a través de la fe.

Los medios de gracia nos ponen en una postura y mentalidad para abrir nuestros corazones y mentes a la presencia de Dios para que podamos vivir completamente en una relación vital con Él. El crecimiento espiritual que se produce en nosotros, que nos hace más semejantes a Cristo, es fruto de nuestra relación con Dios. Pedro nos dice que Dios no nos hace crecer espiritualmente para nuestra propia satisfacción, sino para la gloria de Jesucristo: “Mas bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A Él sea la gloria ahora y por siempre! Amén” (2 Pedro 3:18).

Nunca debemos pensar en practicar los medios de gracia como un ejercicio en solitario. Dios no tiene la intención de que vayamos al desierto y practiquemos estas actividades espirituales por nuestra cuenta. Él nos brinda compañía a través de compañeros creyentes para recorrer juntos este camino de gracia. Esto nos brinda el beneficio de la rendición de cuentas. La responsabilidad espiritual mutua a través de un grupo pequeño y de la comunidad de fe más amplia no es una opción: es un requisito. Realmente nos necesitamos unos a otros. Todos conocemos el fracaso de hacer resoluciones de año nuevo que normalmente comienzan con una ráfaga de actividad a principios de enero, pero se desvanecen en el espejo retrovisor en un mes. Las buenas intenciones rara vez reflejan nuestro compromiso a largo plazo en la vida. Los horarios ocupados, las responsabilidades familiares y las circunstancias de la vida socavan nuestras mejores intenciones. Los compañeros creyentes que nos piden cuentas nos animan a seguir con las actividades piadosas, nos levantan cuando caemos y se niegan a dejarnos renunciar a nuestra fe cuando nos desanimamos.

 

La vida es un maratón; no es una carrera de velocidad. Dios nunca tuvo la intención de que corriéramos esta carrera solos. Contamos con el apoyo de compañeros creyentes y la presencia de Dios con nosotros en cada paso del camino. Cada día, hasta el final del viaje de nuestra vida, practicar regularmente los medios de gracia nos acercará al corazón de Dios y permitirá que el Espíritu Santo nos transforme a la imagen de Cristo. “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3:18).

Frank Moore es ex editor general de la Iglesia del Nazareno.

 

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