A Timoteo: Un Hijo Amado
Vivimos en una época que resulta incierta e incluso desconcertante para la gente. Es una época de cambios rápidos y un mundo que sea a la vez cómodo y familiar parece estar desapareciendo. Nos preguntamos cómo puede responder la iglesia a un mundo que se siente cada vez menos familiar. Quizás podamos mirar al pasado en busca de una guía sobre cómo proceder hoy. Creo que Pablo nos da un gran ejemplo de liderazgo en tiempos de incertidumbre.
Pablo pasó su vida sirviendo a las iglesias jóvenes que él ayudó a iniciar y desde su posición privilegiada en Roma, pero el futuro de estos nuevos creyentes no parecía nada esperanzador. Sinceramente el presente no pintaba mejor. Pablo había pasado años viajando por todo el imperio viendo a estas iglesias jóvenes, crecer en ocasiones, mientras que en otras ocasiones las guiaba a través de dificultades y luchas. Sin embargo, a lo largo de todos sus años de viajes y ministerio, nunca había visto algo así. Roma acaba de ser devastada por un gran incendio que según los rumores, Nerón mismo había iniciado, pero el emperador necesitaba un chivo expiatorio al que culpar por el incendio. Dado que los cristianos eran un grupo nuevo y una minoría distinta en Roma, echó la culpa a estos nuevos creyentes.
Como líder conocido de estos cristianos, Pablo fue arrestado y sentenciado a muerte en la persecución que siguió al incendio. Se ejecutaba a cristianos en todo el imperio y el miedo hacía que muchos abandonaran su recién descubierta fe. A pocos días de su muerte, Pablo recordando su vida y sus arduos esfuerzos por construir la iglesia. Probablemente fueron días oscuros para Pablo. ¿Sobreviviría la Iglesia? ¿Y que si todos sus esfuerzos fueron en vano? Había mucho en juego.
A veces tenemos una vision bastante fantasiosa de la iglesia primitiva. Miramos hacia atrás y no vemos nada más que crecimiento y éxito. Pero nunca fue tan fácil. El crecimiento fue esporádico y siempre hubo lucha. Pablo se había sorprendido por la rapidez con la que la iglesia de Galacia abandonó el mensaje del evangelio por la imaginaria certeza de cumplir ciertos requisitos legalistas. La iglesia luchó con la moral laxa de la cultura corintia. A pesar de todo, Pablo había aprendido una lección: la Iglesia siempre enfrentará desafíos. Siempre hay gobernantes que quieren prohibir la fe y siempre hay filosofías culturales que compiten con la fe y buscan su desaparición.
En medio de toda la incertidumbre que enfrentó esta nueva fe, Pablo simplemente confió en la gente. No en cualquier persona sino en ciertos jóvenes que encontró. Conocemos los nombres: Lucas, Tito, Timoteo y Onésimo. Eran personas de casi todos los rincones de la vida. Lucas era un médico de Troas. Tito era un gentil. Timoteo era judío y Onésimo era esclavo. Pablo invirtió en la próxima generación y confió a estas personas las iglesias y las relaciones por las que él había dado su vida en el inicio. Después de invertir tanto , Pablo tuvo que entregar su liderazgo de las amadas iglesias a estas personas y confiarles este mensaje del evangelio que cambiará sus vidas.
La tentación actual es pensar que estamos entrando en una nueva era de la iglesia que nunca antes habíamos visto. La verdad del asunto es que siempre ha sido así. El futuro es siempre incierto y siempre hay desafíos que parecen amenazar la existencia de la fe. La mejor estrategia de Pablo fue derramar su vida en la siguiente generación que mantendría vivo el mensaje y que llevaría la iglesia a lugares más allá de donde Pablo podía ir. Onésimo se convirtió en líder de la iglesia alrededor de Colosas. Lucas escribiría el tercer evangelio y el libro de los Hechos. Sin embargo, es con Timoteo con quien Pablo parece formar un vínculo especial.
Probablemente Timoteo era muy joven cuando respondió a la presentación de Pablo acerca del evangelio. Muchos eruditos piensan que Timoteo era un adolescente cuando se encontró con Pablo por primera vez. Sabemos que él estaba con Pablo cuando Pablo escribió 1 Tesalonicenses, 2 Corintios, Filipenses y Colosenses. Lo que Timoteo aprendió de Pablo nació de una relación larga y profunda, y de la voluntad de Pablo de entregarle una gran responsabilidad a Timoteo. Si bien nunca podemos estar seguros de lo que sucedió exactamente después de la muerte de Pablo, el hecho de que la iglesia continuó y prosperó es un testimonio de lo que sucede cuando vivimos en una relación con las generaciones que nos siguen y mostramos la voluntad de confiar la iglesia a ellos.
Cuando Pablo miró de frente sus últimos días de vida, sus pensamientos podrían haberse dirigido a las relaciones, con Timoteo en particular. Su simple petición a Timoteo fue que mantuviera como ejemplo “lo que oíste de mí” (2 Timoteo 1:13). En sus últimos momentos, Pablo anhelaba volver a ver a Timoteo y le imploró que viniera rápidamente. Pablo era un hombre motivado, lleno de energía y con el deseo de lograr grandes cosas. Sin embargo, su vida estuvo llena de relaciones y de la voluntad para entregar el gran trabajo a los que le seguirían. No hay nada más grande que podamos hacer como líderes de la iglesia que invertir en la próxima generación, formar vínculos profundos con ellos y luego dejarlos liderar. Podemos sentirnos tentados a pensar que el futuro parece sombrío, pero ya hemos sido así antes. Basta con mirar a Pablo.
Doug Ward es pastor principal de la Iglesia del Nazareno de Mundelen y profesor adjunto de Nuevo Testamento en la Universidad Nazarena de Olivet.