Jesús Nuestro Abogado en la Oración

Jesús Nuestro Abogado en la Oración

Jesús Nuestro Abogado en la Oración

Los abogados y los dramas judiciales han sido temas constantes en las películas y la televisión. Piense en los programas de televisión de los últimos 30 años que se han centrado en los abogados: Matlock, The Practice, Law and Order, Suits y la lista continúa. Una de las razones por las que estamos tan fascinados por estos programas tiene que ver con el abogado que intercede en nombre de alguien que está en una necesidad desesperada de ayuda, alguien que se pone en la brecha y aboga por sus clientes. La palabra “abogado” puede definirse como “alguien que defiende o mantiene una causa o propuesta” o “alguien que apoya o promueve los intereses de una causa o grupo”.[1] Un abogado es considerado un defensor porque actúa en nombre de otra persona o grupo de personas.

Leemos en 1 Juan 2:1: “Mis queridos hijos, escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre a Jesucristo, el justo” (Énfasis añadido). Hebreos 7:25 añade: Jesús “por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos” (Énfasis añadido). Jesús es nuestro abogado, nuestro intercesor, nuestro defensor celestial. Cuando Jesús murió en la cruz, resucitó y ascendió al cielo, su obra no había terminado. Fuimos reconciliados por medio de la muerte de Jesús (Romanos 5:10), y ahora el Redentor resucitado está intercediendo por nosotros, actuando como nuestro mediador/intercesor/abogado ante el Padre. Nuestra esperanza en la oración se basa en “Cristo Jesús es el que murió e incluso resucitó y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros” (Romanos 8:34b).

¿Por qué Jesús intercede por nosotros? Satanás es el “acusador” (Apocalipsis 12:10-12); Sin embargo, la obra de Jesús en la cruz fue completa y quienes ponen su fe en Él están de pie ante Dios como justos (2 Corintios 5:21). Jesús, ahora sentado a la diestra del Padre (Colosenses 3:1), sirve como nuestro abogado, nuestro defensor, abogando por nuestro caso ante el Padre, el Juez Justo (Salmo 7:11; Romanos 10:9-10).

En la Biblia leemos acerca de personas que actuaron como intercesores ante Dios en nombre de otros (Abraham, Moisés, Samuel, Ester, Pablo). Esto a menudo implicó pedirle a Dios que perdonara los pecados de las personas o las librara de las manos de sus opresores. Más aún, Aquel que murió y resucitó está en continua intercesión a nuestro favor. Es decir, Jesús “entró en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios a favor nuestro” (Hebreos 9:24). Y  sólo Jesús es digno de abogar e interceder por nosotros: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).

¿Qué significa todo esto? Significa que Jesús siempre está trabajando para nuestro beneficio. Durante nuestras luchas, tentaciones y momentos de duda, Él está intercediendo por nosotros para que tengamos el poder del Espíritu Santo para soportar y superar los desafíos. John Bunyan dijo: “Qué esta doctrina te dé valentía para acercarte a Dios. ¿Intercederá Jesucristo en el cielo? Oh, entonces sé una persona que ora en la tierra; si, ten valor para orar. Piensa de esta manera: voy a Dios, a Dios ante cuyo trono el Señor Jesús está dispuesto a entregarle mis peticiones; sí, ‘Él vive siempre para interceder por mí’. Este es un gran estímulo para acercarnos a Dios mediante oraciones y súplicas por nosotros mismos y mediante intercesiones por nuestras familias, nuestros vecinos y enemigos”.[2]

 

A menudo no sabemos qué ni cómo orar. La buena noticia es que no solo Jesús intercede por nosotros, sino que Dios nos ha dado el Espíritu Santo: ‘Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios” (Romanos 8:26-27). Jesús intercede desde “la derecha de Dios” (Romanos 8:34) por nuestra firmeza espiritual y el Espíritu Santo intercede por nuestro poder y guía desde dentro de nuestros corazones” (Romanos 8:26-27; 1 Corintios 6:19).

 

Al orar podemos tener esperanza y confianza, descansando en la verdad de que Jesús, “refleja el brillo de la gloria de Dios y es la fiel representación exacta de lo que él es. Él sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3). Él siempre está trabajando a nuestro favor. Sabiendo que Jesús es nuestro abogado ante el Padre (quien “está por nosotros”, Romanos 8:31) y el Espíritu Santo está trabajando en nosotros. “Así que acerquémonos, confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente” (Hebreos 4:16) acercándonos “a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad de la fe” (hebreos 10: 22a).

 

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Mike Wonch se desempeña como editor principal del currículo para adultos y editor de jóvenes en The Foundry Publishing. Es un presbítero ordenado en la Iglesia del Nazareno y graduado de MidAmerica Nazarene University y Nazarene Theological Seminary. Vive en Gardner, Kansas, con su esposa Jeremi.

 

[1] <https://www.merriam-webster.com/dictionary/advocate> Accessed June 26, 2024.

[2] John Bunyan. Cristo, un Salvador completo: La intercesión de Cristo y quiénes son privilegiados en ella (Chanhassen: Curiosmith, 2012), 239.

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