Regresar a Casa: Un Viaje de Redescubrimiento

Regresar a Casa: Un Viaje de Redescubrimiento

Regresar a Casa: Un Viaje de Redescubrimiento

Fui elegido Superintendente General en Junio de 2023 y tuve unas seis semanas de transición antes de comenzar mi nuevo puesto. Fue una transición espiritual, cargar con el peso de una tarea global abrumadora, pero sabiendo que Dios, quien “llama es fiel y lo hará” (1 Tesalonicenses 5:24). Fue una transición de estilo de vida con una agenda de viajes exigente. Fue una transición relacional, dejando amigos y compañeros de ministerio de 19 años en mi querida Sudamérica.

Mi primera asignación regional fuera de los Estados Unidos es la región de Mesoamérica donde mi esposa Margit y yo habíamos desempeñado, décadas antes, múltiples funciones. Mi primer visita fue a Tijuana, México. Mientras el sol salía sobre sus bulliciosas calles, di mi primer paso en un viaje que me llevaría a través de fronteras y a lo más profundo de mi alma. Mi corazón se aceleró de emoción al pensar en los amigos con los que me encontraría y los recuerdos que compartiríamos.

Cada parada sucesiva me trajo oleadas de nostalgia, mientras rostros familiares y saludos cálidos me hicieron darme cuenta de cuánto había extrañado a viejos amigos. Deambulé por mercados abarrotados, recibido por el olor de las especias y el sonido de las risas. Me sentí inmerso en una exuberante vegetación, tranquilizado por la brisa salada y las playas de arena, revitalizado por culturas vibrantes, animado por la energía de la salsa y la música de mariachi. Las imágenes y los sonidos familiares me hicieron llorar y supe que este viaje se trababa de algo más que una simple distancia física: se trataba de reconectarme con mi pasado y encontrarme a mí mismo una vez más. Fue un regreso a casa, un reencuentro que me llenó de un sentido de pertenencia.

Esta gira también estuvo llena de cosas nuevas y del redescubrimiento de verdades eternas. En Georgetown, Guyana, sentí una sensación de asombro ante la diversidad y unidad que coexistían en esta vibrante ciudad. New Amsterdam, Guyana, con su encanto pintoresco y su ambiente relajado, ofreció un ritmo más lento que me permitió forjar nuevas amistades, llenándome de una sensación de asombro y entusiasmo por las aventuras que me esperaban. La Habana, Cuba, me abrió los ojos a un mundo de resiliencia y revelaciones, recordándome el poder de la conexión humana y la belleza de las experiencias compartidas. La belleza natural de Costa Rica me llenó de una sensación de paz y serenidad, recordándome la importancia de reducir el ritmo y apreciar los momentos simples de la vida. Mi estancia en Oaxaca, México, encendió una chispa de autodescubrimiento y renovación dentro de mí, subrayando el poder de aceptar el cambio y el crecimiento. En cada parada, conocer nuevos amigos y compartir historias bajo el cielo estrellado me hizo darme cuenta de que el hogar no es sólo un lugar: es un sentimiento de calidez y aceptación que se puede encontrar en cualquier lugar donde Cristo está presente.

Cuando llegué a casa en Mesoamérica después de 19 años entre mis seres queridos en América del Sur, mi corazón se llenó de una mezcla de emociones: nostalgia por el pasado, entusiasmo por el futuro y gratitud por el viaje que me había llevado de regreso al lugar donde todo comenzó. Cada parada en el camino me trajo nuevas experiencias, nuevas amistades y nuevas revelaciones que, además de recuperar mi pasado, me han convertido en la persona que Dios quería que fuera.

 

Christian Sarmiento es Superintendente General de la Iglesia del Nazareno.

 

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