Juan Wesley y la Era Moderna

Juan Wesley y la Era Moderna

Juan Wesley y la Era Moderna

“¿Estás decidido?” Juan Wesley planteó esta pregunta a sus lectores en respuesta a 2 Timoteo 3:12 que él traduce como: “Todos los que están decididos a vivir una vida piadosa sufrirán persecución”. Continúa insistiendo en que si bien el grado de persecución puede variar, “no hay excepción. O falla la verdad de la Escritura, o se engañan a si mismos los que se creen religiosos y no son perseguidos de una forma u otra, por eso mismo”.[1]

Wesley vivió lo que predicó. Se le prohibió predicar en numerosas, si no en la mayoría, de iglesias anglicanas. Fue calumniado personalmente y sus puntos de vista fueron tergiversados en la prensa y en tratados de amplia circulación. Fue abucheado a gritos mientras intentaba predicar. Si esto fuera todo lo lejos que llegó, tal vez uno podría argumentar que no fue una verdadera persecución sino simplemente una oposición.

Fue mucho más allá. Wesley y sus seguidores metodistas eran regularmente el blanco de turbas ilegales empeñadas en destruir propiedades y personas. Esto fue especialmente cierto al principio de su ministerio. Él cuenta historias sobre turbas unas 240 veces en sus diarios y las cuenta otras 182 veces en sus otros escritos. Estas tubas “derribaron” casas privadas y casas de reunión, causaron daños corporales e incluso la muerte con piedras y ladrillos, arrastraron a los metodistas, incluido Wesley, por las calles y los golpearon con palos y garrotes.

¿Cómo respondieron Wesley y sus seguidores? Con amor, con proclamación audaz y con reconocimiento de la intervención divina.

Wesley reconoció que estas turbas eran a menudo personas pobres en apuros desesperados que habían sido manipulados, embriagados y pagados para hostigar a los metodistas. Vio a las multitudes como buscadores potenciales y comenzaba a predicar en voz baja a los más cercanos a él mientras lo llevaban. En numerosos casos, Dios le permitió a él y a sus predicadores itinerantes ganarse la atención, la confianza e incluso el afecto de la muchedumbre. Él describe en su diario cómo esto se desarrolló repetidamente durante su ministerio.

Muchos más, que entraron entre nosotros como leones, en poco tiempo se convirtieron en corderos: las lágrimas corrían rápidamente por sus mejillas, quienes al principio contradijeron y blasfemaron en voz alta. Me asombra que el diablo no tenga la sabiduría suficiente para discernir que está destruyendo su propio reino. Creo que Él nunca ha causado esta abierta oposición a la verdad de Dios, sin perder a uno o más de sus siervos, que fueron encontrados por Dios, mientras que ellos no lo buscaban.[2]

Uno de los muchos casos de la audaz proclamación de Wesley en medio de una persecución en turba, ocurrió una noche en que fue arrastrado por las calles por una turba, fuera de una casa de predicación hasta la casa de un concejal conocido por ser hostil a los metodistas. El concejal dijo: “Yo creo que ustedes son la causa de todo el mal que ha caído sobre la nación”[3]. Wesley relata su respuesta;

Pero estos ladrones, blasfemos, borrachos, fornicarios, ladrones, amadores de los placeres más que amadores de Dios; esa es la causa por la que Dios aflige tanto al hombre como a la bestia, y no nosotros. Somos enviados para persuadirlos de que se arrepientan de sus pecados, para que los severos juicios de Dios no consuman a estas personas. Y si no hay una reforma general, Dios se vengará de una nación como esta”. Entonces [el concejal] dijo: ‘No prediques aquí’. Pero Dios abrió mi boca y no cesé de poner la vida y la muerte ante Él.[4]

La audaz proclamación de Wesley puede sonar indebidamente dura para nuestros modernos oídos quisquillosos y podríamos pensar que se beneficiaría de un poco de entrenamiento para reducir la tensión. Wesley no reconoció ninguna tensión entre el amor piadoso y un llamado audaz de los pecadores al arrepentimiento; de hecho, siempre vio la oportunidad de arrepentirse como una gran señal del amor de Dios por nosotros. Es todavía esta combinación de amor y verdad la que sirve como sello distintivo de la predicación wesleyana de santidad.

Para Wesley, la creciente violencia de las turbas trajo una mayor conciencia de la mano protectora de Dios. Él estaba tan contento de morir por Cristo como de vivir, siempre y cuando se hiciera la voluntad de Dios:

¡Cuán suavemente nos prepara Dios para su voluntad! Hace dos años un trozo de ladrillo me rozó los hombros. Fue un año después que la piedra me golpeó entre los ojos. El mes pasado recibí un golpe y esta tarde dos; uno antes de que llegáramos a la ciudad, el otro después de que saliéramos, pero ambos fueron como nada; porque aunque un hombre me golpeó en el pecho con todas sus fuerzas, el otro en la boca con tal fuerza que la sangre brotó inmediatamente, no sentí más dolor de cualquiera de los golpes, que si me hubieran tocado con una paja.[5]

¿Qué Podría decirnos Juan Wesley acerca de la Persecución?

Wesley se mantuvo firme en varias verdades relacionadas con la persecución. Primero, como se mencionó anteriormente, la vio como algo inevitable para todo verdadero cristiano. Fue categórico al afirmar que no deberíamos buscarla y de hecho deberíamos hacer todo lo “lícito” para evitarla. Cuando la persecución nos llega inevitablemente su enseñanza a sus itinerantes fue ver la oportunidad de encarnar el amor, decir la verdad y ganar almas incluso de los mismos perseguidores. Más adelante en su ministerio llegó a lamentar que la ausencia de persecución en cierta región, había contribuido a la apatía entre los fieles.

¿Estoy Resuelto?

La persecución que enfrentaron los primeros metodistas puede verse como un mundo alejado de nuestra realidad, pero atrocidades mucho mayores son la norma en gran parte del mundo de hoy. Pero en mi contexto, ¿Debería realmente esperar persecución por mi fe? Nuestra generación bien puede servir como una advertencia para futuras generaciones de creyentes, quizás en otras civilizaciones. Nuestra riqueza y diversiones han creado un desafío único para comprender el costo del discipulado. Tan cierto como que las Escrituras son inspiradas, la persecución llega a los fieles. ¿Estoy en peligro de llegar a ser tan parecido a la cultura infiel que me rodea, que podría pasar desapercibido por aquellos que buscan perseguir a los fieles?

Scott Sherwood es presidente del Nazarene Bible College.

 

 

[1] John Wesley, Notas exploratorias sobre el Nuevo Testamento, cuarta edición americana. (Nueva York: J. Soule y T. Mason, 1818), 572.

[2] Juan Wesley, Las obras de Juan Wesley: Diarios, ed. electrónica. (Albany, OR: Ages Software, 2000).

[3] Ibid.

[4] Ibid.

[5] Ibid.

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