Genero Destacado: Salmos de Lamento
La Biblia nos recuerda que todos enfrentamos una amplia variedad de situaciones y circunstancias en la vida diaria. Algunas son buenas, como cuando alguien aprecia nuestro trabajo; otros no son tan buenas, como cuando el dolor o la enfermedad se apoderan de nuestro cuerpo. “Todo tiene su tiempo y todo lo que se hace debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1). Amar y servir al Señor no nos exime de los momentos difíciles de la vida enumerados en Eclesiastés 3:2-8. Dios comprende las dificultades que enfrentamos en esta vida terrenal y nos ofrece una manera de expresarnos cuando las situaciones o circunstancias parecen ponerse en nuestra contra. Dios nos invita a llevarle nuestros gritos de lamento. Cuando nos lamentamos, venimos al Señor con nuestra expresión emocional de las nubes oscuras de desesperación.
Los Salmos nos ofrecen una amplia gama de lamentos. De hecho, alrededor de un tercio de todos los Salmos expresan lamento. Estos salmos son poemas o himnos ofrecidos a Dios en momento de angustia o pesar. Los Salmos de Lamento se dividen en dos categorías básicas: individuales y corporativos. Los lamentos individuales expresan el clamor del corazón a Dios, en tiempos de lucha personal. El Salmo 86 expresa el lamento individual de David. “Atiéndeme, Señor; respóndeme, pues pobre soy y estoy necesitado. Presérvame la vida, pues te soy fiel. Tu eres mi Dios, y en ti confío; ¡salva a tu siervo!” (Salmo 86:1-2). Los lamentos corporativos claman a Dios en tiempos de crisis nacional: “Solo tú eres mi Rey y mi Dios. ¡Decreta las victorias de Jacob!. Por Ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores (Salmo 44:4-5).
Los salmos de lamento suelen tener estos elementos comunes:
- Clamar a Dios.
- Plantear el Problema / Situación
- Expresara confianza en Dios sin importar las circunstancias actuales.
- Solicitar la intervención de Dios para solucionar el problema.
- Alabar a Dios a pesar de las dificultades de la vida.
Los hombres y mujeres que sirvieron al Señor tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento experimentaron toda la gama de circunstancias y situaciones de la vida. A veces se regocijaban, reían y se emocionaban cuando las cosas les iban bien. En otros momentos, bajaban la cabeza con desesperación mientras caminaban por el valle de la enfermedad extrema, la injusticia, las dificultades y la muerte. Soportaron las tormentas de la vida como tú y yo lo hacemos hoy. Podemos aprender mucho de ellos al leer sus salmos de lamento.
Podemos moldear nuestras oraciones y conversaciones con Dios tal como lo hicieron ellos. Dios nos invita a clamar a El en tiempos de necesidad. Él escucha atentamente mientras planteamos nuestro problema. Sin embargo, ese no es el final del asunto. Debemos seguir adelante con plena seguridad y confianza en Él, con la conciencia de que podemos dejar nuestra carga en Sus manos fuertes. Un buen lamento siempre concluye con palabras de alabanza al Dios que amamos y servimos. “Canto salmos al Señor. ¡El Señor ha sido bueno conmigo!” (Salmo 13:6).
Frank Moore es ex editor general de la Iglesia del Nazareno.