¿Cómo podemos cumplir la Gran Comisión?

¿Cómo podemos cumplir la Gran Comisión?

¿Cómo podemos cumplir la Gran Comisión?

En sus últimos mandamientos a sus discípulos, Jesús les ordenó lo que hoy en día conocemos como la Gran Comisión: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20). Este encargo final del Señor es, sin duda, el más grande propósito que Él ha dado a su iglesia. Este mandato es para cada uno de sus hijos. Todos debemos y podemos cumplirlo. Pero ello no significa que tienes que hacerte misionero o trasladarte a vivir al otro lado del mundo. La Gran Comisión está más disponible para ti de lo que te imaginas.

La palabra “comisión” viene de “misión”, la cual a su vez procede de la palabra latina “missus” que significa mandado, enviado. El prefijo “con” indica junto, acción en conjunto.1 Desde el principio de la historia cristiana hasta nuestros días quienes han sido obedientes al imperativo del Señor en su palabra de “Id, y haced discípulos” han estado involucrados de diferentes maneras en el cumplimiento de esta misión.

El apóstol Pablo es un gran ejemplo de obediencia a este supremo mandato. Él recibió un llamado particular para llevar el evangelio a los “gentiles”. Pablo tuvo algo fundamental para el evangelismo efectivo: Una carga dada por Dios por aquellos que no conocían a Jesucristo. Este sentido del deber produjo en el apóstol una gran urgencia por cumplir la tarea encomendada. En Romanos 15: 20, 21 describe su labor de la siguiente manera: “Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; Y los que nunca han oído de él, entenderán.”

Creo que la palabra “esforcé” es un término muy descriptivo del porqué del gran ahínco de Pablo en la causa de la propagación del evangelio. El sentido de esa palabra en el griego indica que el apóstol consideraba el cumplimiento de su labor como un alto honor y por ello la realizaba con una máxima complacencia.2 Aquí vemos a un hombre que se regocijaba en su tarea, a pesar de que, como es sabido por todos, tuvo que realizar enormes sacrificios para ello, hasta el punto de tener que ofrecer su propia vida al martirio. Este es un desafío enorme para nosotros. Un recordatorio de que Dios nos llama a una entrega completa en cumplimiento de este santo deber.

Cuando Pablo indica a continuación que él solamente predicaba el evangelio donde nadie lo había hecho antes “para no edificar sobre fundamento ajeno”, tal afirmación tiene la siguiente razón:  “El propósito concreto de Pablo era predicar el evangelio en los territorios donde nadie lo había hecho aún, no por razón de orgullo, sino porque consideraba que la obra pionera era un aspecto esencial de su ministerio… Pablo consideraba su ministerio como el de un ‘perito arquitecto’ que pone el fundamento de un edificio para que otros continúen edificando sobre dicho fundamento.3 En otras palabras, estaba interesado en obedecer su llamado tal como le fue realizado por el Señor (Hechos 9:15; 22:21). En base a esta comprensión de su llamado particular fue que el apóstol desarrolló su estrategia misionera de llevar el evangelio a un centro urbano importante para fundar en él una comunidad de discípulos. “El crecimiento de ésta, fermentaría toda la ciudad y haría surgir nuevas comunidades, y éstas, al poco tiempo, se esparcirían por las ciudades menores y las aldeas, mediante la acción generosa de muchos colaboradores”.En efecto, esto fue lo que sucedió.

Me parece que en estos tiempos necesitamos recordar todo lo que el ministerio de Pablo nos enseña sobre el evangelismo, especialmente su gran amor por los perdidos. En una oportunidad él hizo una declaración bastante dramática: “Tengo el corazón lleno de amarga tristeza e infinito dolor por mi pueblo, mis hermanos judíos. Yo estaría dispuesto a vivir bajo maldición para siempre, ¡separado de Cristo!, si eso pudiera salvarlos.” (Romanos 9:2-3 NTV). Esa misma pasión fue la que movió al general William Booth, fundador del Ejército de Salvación, quien expresó en una oportunidad que su deseo, si fuera posible, sería colgar a sus aprendices de evangelismo sobre el infierno durante 24 horas, para que de esa forma pudieran ver la realidad que les espera a quienes no conocen a Jesucristo.

Como discípulos de Cristo nuestro mayor anhelo debe ser compartir el evangelio con aquellos que no lo conocen. Sin embargo, muchas veces estamos tan ocupados en los propios quehaceres de la obra que llegamos al punto de descuidar lo más esencial. Un autor ha dicho con mucha propiedad: “La verdadera marca de la salud de la iglesia no es el tamaño del presupuesto, el tamaño del personal, la belleza del coro, la gloria de la música, la maravilla de la arquitectura o cualquiera de las medidas mundanas que nos gusta usar. La marca real de la iglesia a los ojos de Jesús es una iglesia que está 100 por ciento dedicada a cumplir la Gran Comisión.”5

Ahora bien, el llamado de ir a las naciones, fue la encomienda particular de Jesús para Pablo. La Gran Comisión quizá no sea igual para nosotros, porque Dios a cada uno nos hace un llamado diferente. Pero, como dije al principio, la Gran Comisión está más cerca de ti de lo que piensas. Cada ocasión donde puedes influenciar a alguien para lo bueno es una oportunidad que Dios te da. Dios te llamó a mostrar su amor al mundo en una forma muy particular y diferente como nadie más puede hacerlo. ¿No te parece eso algo maravilloso? La Gran Comisión se concreta de una forma diferente en cada discípulo. Quizá Dios te ha llamado a cumplirla en tu propia casa con tus hijos y familiares. O, quizá en tu propio vecindario. O en tu lugar de trabajo o estudio. La Gran comisión es para que puedas amar, servir, ayudar, enseñar y guiar a otros a Cristo en la forma particular como Dios te ha equipado. Por cierto, algunas veces ni te das cuenta de cumplirla, porque solo andas interesado en amar a otros como Cristo (Mateo 25:34-40).

Eudo Prado es pastor, docente teológico.

Notas

1. Comisión. Recuperado de: http://etimologias.dechile.net/?comisio.n#:~:text=Radicaci%C3%B3n

2. Romanos 15:20, Comentario Bíblico de Adam Clarke. Recuperado de:  https://www.bibliaplus.org/es/commentaries/7/comentario-biblico-de-adam-clarke/romanos/15/20

3. Carballosa, Evis L. Romanos. (Grand Rapids, MI. EE: UU. De A.: Editorial Portavoz, 1998), p. 300.

4. Bortolini, José. Introducción a San Pablo y sus Cartas. (Bogotá, Colombia: Editorial San Pablo, 2007), pp. 86, 87.

5. Pritchard, Ray. La Gran Comisión: ¿Todavía importa? Recuperado de: https://www.christianity.com/jesus/early-church-history/great-commission/the-great-commission-does-it-still-matter.html

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