Protección

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Estaba acabada, abrumada y temerosa del futuro. Mis hijos tenían nueve y siete años y sentía que todo lo que Jon y yo estábamos haciendo como padres estaba fallando. Las presiones que enfrentaban nuestros hijos para sobresalir en lo académico, deportivo y social parecían abrumadoras y todo lo que quería hacer era protegerlos. Mi instinto fue esconderlos del mundo, darles lo que quisieran y mantenerlos a salvo bajo mi cuidado.

Una noche, me encontraba especialmente preocupada, Jon estaba fuera de la ciudad y los niños dormían en sus habitaciones. Necesitaba desesperadamente algo para calmar mis nervios y mi alma inquieta, así que en silencio salí de la casa. Conduje el corto viaje hacia McDonald’s para comprar un Big Mac y un filete de pescado, y luego fui a Dairy Queen para comprar un helado de Oreo. Me apresuré a casa y subí las escaleras hasta mi habitación con las bolsas en la mano. Los niños nunca supieron que me había ido. Me senté en el medio de mi cama, las lágrimas corrían por mi rostro, la comida me rodeaba mientras trataba de encontrar consuelo y alivio, una papa frita a la vez. En medio de mi banquete de comida rápida de medianoche, mi mente se dirigió a un libro que mi suegra me había dado varios meses antes. Ayuno de Jentezen Franklin, había estado sin abrir en mi estante durante meses, pero por alguna razón esa noche, tenía que saber lo que decía. Recogí mis envoltorios de comida y fui a buscar el libro. Cuando comencé a leer detenidamente sus páginas, sentí que finalmente había encontrado la respuesta. Como la mayoría de los creyentes, oraba varias veces al día, buscando verdaderamente la voluntad y la dirección del Señor para mi vida y mi familia, pero nunca había orado ni ayunado por la protección de Dios para nuestros hijos. Esa noche del 2009 cambió mi vida, la vida de nuestros hijos y el futuro ministerio de nuestra familia para siempre. Cada enero, desde hace 12 años, nuestra familia ha comenzado el año con 21 días de oración y ayuno. A partir de 2016 cuando se plantó la iglesia The Well, nuestra congregación también comenzó cada año con oración y ayuno.

Un pasaje en Esdras finalmente me llevó a comenzar a orar y ayunar por la protección de Dios sobre mi vida, mis hijos y la iglesia. Al inicio del segundo regreso de los judíos del cautiverio de Babilonia, Esdras declaró: “Allí, junto al canal de Ahava, di órdenes para que todos ayunáramos y nos humilláramos ante nuestro Dios. En oración le pedimos a Dios que nos diera un buen viaje y nos protegiera en el camino tanto a nosotros, como a nuestros hijos y nuestros bienes. Así que ayunamos y oramos intensamente para que nuestro Dios nos cuidara, y él oyó nuestra oración” (Esdras 8:21, 23 NTV).

La protección es un concepto complejo con muchos matices. Sencillamente, definida por el diccionario de Oxford, la protección es: “Una persona o cosa que evita que alguien o algo sufra daño o lesión”. Si bien es completamente apropiado y admirable orar para que nuestros hijos, hogares, comunidades e iglesia no sufran daño o lesión, no siempre es sabio buscar que no padezcan dolor. El pastor Craig Groeschel nos recuerda: “Crecemos al ritmo en que podamos soportar el dolor”. Si el objetivo es que nuestros niños, familias e iglesias eviten el dolor a toda costa, el costo será la falta de crecimiento. Para que todas las cosas en la vida crezcan saludables, deben soportar el dolor, (también conocido como) “dolores de crecimiento”. Quizás nuestra primera prioridad al orar por la protección de Dios debería ser que Él proteja Su propósito en y a través de nosotros, a través de las generaciones futuras y, en última instancia a través de la iglesia. He experimentado muchas veces que el propósito de Dios se revela a través de situaciones dolorosas, tal como leemos en Jeremías 18:4, “Pero la vasija que estaba formando no resultó como él esperaba, así que la aplastó y comenzó de nuevo”.

Al considerar el futuro de la iglesia, algunos de nosotros podemos estar en un lugar similar al que yo estaba con mis hijos hace años. Nos sentimos abrumados, temerosos de lo que nos deparará el futuro e incluso acabado. Queremos esconder a la iglesia del mundo cruel, darle a nuestra gente lo que quieran y mantenerlos a salvo bajo nuestro cuidado. Pero esto no es lo que la iglesia está llamada a ser o hacer. Orar por la protección de Dios sobre Su iglesia, no la nuestra, no es una oración pidiendo tranquilidad y consuelo; de hecho, es todo lo contrario. No oramos por la protección de Dios para que la iglesia pueda sobrevivir, sino para que la iglesia prospere. Así como deseamos que la protección de Dios permita que nuestros hijos crezcan fuertes y cumplan el propósito de Dios para sus vidas, nuestra oración por la iglesia de Dios debe ser la misma.

Escuché decir que “una zona de comodidad rara vez produce crecimiento y una zona de crecimiento rara vez produce comodidad”. Una de las cosas más incómodas que he hecho como pastor es guiar a las personas durante 21 días de oración y ayuno. Creo que ha sido en una actitud colectiva de humildad, hambre, incomodidad y dolor que Dios ha derramado Su protección, propósito, unidad y crecimiento individual y colectivamente sobre nuestro cuerpo.

Mientras reflexiono nuevamente sobre la oración de protección de Esdras, recuerdo que su viaje comienza con un corazón y una actitud de humildad y es acompañado de ayuno. El clamor de Esdras a Dios no es para el individuo, sino para toda la comunidad, para su generación y para las generaciones futuras. Ora para que los israelitas sean liberados del cautiverio y cumplan el propósito de Dios para ellos como pueblo. ¿Qué pasaría si nos uniéramos en oración por este tipo de protección? ¡Imagine lo que Dios podría hacer en y a través de las personas llamadas Nazarenos!

Selena Freeman es la pastora principal de The Well Church con campus en Springfield, Aurora y Marshfield, Missouri, EE. UU.

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