Las Obras de Piedad como Medios de Gracia

Las Obras de Piedad como Medios de Gracia

 

Medios de Gracias es un término muy conocido dentro de la escuela de pensamiento wesleyano, pero una conversación teológica debe iniciarse dentro del marco de la Palabra de Dios para tener una comprensión más profunda del significado del término.

Los medios de gracia deben considerarse como un ancla en nuestra comprensión de los textos bíblicos. Jesús instruye a los fariseos y a los que le escuchan: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas” (Mateo 22:37 NVI). Jesús no estaba introduciendo un nuevo mandamiento sino confirmando lo que Dios habló en el Antiguo Testamento en Levítico 19. A la luz de estos textos, no es de extrañar que John Wesley estuviera tan interesado en comprender, obedecer e implementar los mandamientos de Dios y practicar los medios de gracia.

Dentro de los medios de gracia hay ciertas disciplinas espirituales conocidas como obras de piedad, que son manifestaciones del crecimiento del creyente en la gracia. Estas incluyen oración, lectura de la Biblia, Santa Cena, ayuno, vida saludable y comprometerse con la comunidad cristiana.

A través de estos medios de gracia, los cristianos pueden recibir y vivir continuamente en la gracia de Dios para amar al Señor su Dios con todo lo que son y tienen. Vivir y recibir la gracia de Dios no resulta en una vida cristiana pasiva. Significa que somos intencionales en nuestras acciones que están fortalecidas por el amor de Dios: somos impulsados a responder a la gracia y la misericordia de Dios iniciando y participando en actos de piedad. Dios ordenó a los israelitas que siguieran estos mandamientos “mayores”, que conllevan condiciones y expectativas. Jesús las repitió a los fariseos como una manifestación fundamental de una vida piadosa.

Las obras de piedad pueden entenderse como expresiones de nuestro amor a Dios, fe en Él y sumisión a Él, por lo que nuestras obras piadosas deben resultar de una postura de entrega al Señor. A medida que aprendemos a amar plenamente a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, el Espíritu Santo nos lleva a un lugar de entrega y obediencia a su voluntad y sus mandamientos. Las obras de piedad nos llevan a someternos a Dios pasando tiempo con Él ya sea en oración o participando de los sacramentos.

En una de las conversaciones de Jesús con sus discípulos, les preguntó quién pensaba la multitud que era Él. Surgieron algunas respuestas y luego Pedro respondió que Él era el Cristo. Al escuchar esto Jesús reveló por primera vez a sus discípulos lo que sufriría en los días venideros (Marcos 8:27-29). Luego Jesús les amonestó: “Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Marcos 8:34). El fundamento de la vida cristiana es la voluntad de vivir en entrega y obediencia a Dios. El Señor Jesús esta instruyendo a sus discípulos a seguir su ejemplo. Él se entregó completamente para convertirse en humano y hacer la voluntad de Dios, trayendo salvación a la humanidad.

En Marcos 8, Jesús llama a sus seguidores a una vida profundamente comprometida y entregada a Él. Su significado puede entenderse como una invitación a la sumisión total, un compromiso de abnegación. Jesús está llamando a sus seguidores a dejar completamente de lado sus propios intereses para participar en la obra de Dios. Desea que lo sigan adondequiera que Él los lleve. Este es un discipulado costoso. Seguir a Jesús de esta manera requerirá pasar tiempo con Dios a través de la oración y de su Palabra, lo que nos ayudará a someternos a Dios y escucharlo en busca de dirección para el presente y futuro.

Pablo escribió en Romanos 8, animando a los creyentes a desarrollar una mentalidad espiritual para hacer cosas espirituales; la mentalidad de un cristiano debe estar sintonizada con las cosas de Dios. Romanos 8:5 (NVI) dice esto: “… los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu”. Esto sólo puede lograrse mediante la rendición y la obediencia a la voluntad y los caminos de Dios. Es una mentalidad que busca comprender a Dios, conocer su voluntad y participar en su obra.

Cualquiera que sea la traducción de las Escrituras y cualquier redacción específica que prefiramos: abnegación, despojarse, rendición o sumisión, nuestro compromiso con las obras de piedad comienza con la obediencia a Cristo. Nuestra obediencia a la advertencia de Jesús de amar a Dios y al prójimo sólo es posible mediante una dependencia radical de la gracia de Dios y practicando los medios de la gracia.

Mientras buscamos una postura de sumisión, comencemos con un corazón de amor por el Señor y el compromiso de pasar tiempo con Él en oración y participar en los sacramentos. Las obras de piedad también deben extenderse más allá de la santidad personal hacia obras de misericordia, al llegar a nuestro prójimo por amor a Jesús. Rendirse como obra de piedad es una sumisión total a Dios, un compromiso de comunión con Él y una pasión por buscar su voluntad. Esto lo hacemos porque lo valoramos solo a Él como digno.

Ben Van Vuuren es candidato a Doctorado en Africa Nazarene University

 

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