El Magníficat de María: La Esperanza de la Gran Reversión

El Magníficat de María: La Esperanza de la Gran Reversión

En el Evangelio de Lucas leemos acerca de María, una jovencita que ahora está embarazada y se encuentra con su prima Isabel. En un momento, la historia de la salvación alcanza su plenitud en las vidas de estas mujeres. Llevan dentro de sí la esperanza para toda la humanidad y la culminación de la profecía. Este “Magníficat” de María es un canto y una pausa en la historia, un momento para saborear y sobre el cual reflexionar. El amor santo de Dios se revela en lo que está por venir, un increíble acto de salvación al producir la gran reversión.

 

El canto de María es una revelación del significado teológico de este evento y su corazón se eleva con el mensaje de la gran reversión: la llegada del nuevo reino. Su alma magnifica al Señor o refleja la imagen de Dios. Ella es como un espejo que busca el rostro de Dios y, como resultado, su vida magnifica al Señor. La imagen es el bebé en su vientre y su vida marcará el comienzo de una nueva era en la que toda la humanidad tendrá la capacidad de reflejarlo. Es la humanidad del niño divino que ella lleva en su vientre lo que hace posible el reflejo de la imagen para toda la humanidad. Esta es la nueva historia en la historia de la salvación, y nos es traída por la voz gloriosa y profética de una mujer.

 

Desde el momento de la caída las mujeres habían sufrido la “maldición”, pero ahora el niño que María llevaba en su vientre vendría a arreglar las cosas. Su vientre se convertiría en un lugar de transformación ya que la presencia del niño traería sanidad a la corrupción y la muerte que vinieron a través del pecado. Gracias al bebé, la imagen de Dios podría ser restaurada tanto en hombres como en mujeres. Esta es la esperanza de la gran reversión. Cuando la mano de Dios está obrando, entonces los humildes se vuelven grandes y la relación entre hombres y mujeres se restaura al estatus de igualdad que se encontraba en la historia original de la creación.

 

La gran reversión revela la gracia de nuestro Dios santo que se acerca con misericordia a las generaciones venideras que le temerán. Él provee para aquellos que reflejan o magnifican su imagen. Los reinos mundanos pueden llegar a su fin, pero la gran reversión es eterna.

 

Vivimos en el canto de María, porque esta lleno de anticipación por ese primer día de Navidad. No solo el alma de María magnificó al Señor, sino que tú y yo estamos invitados a una relación que refleja la imagen debido a lo que Él ha hecho por nosotros.

 

La gran reversión ha traído esperanza a toda la humanidad. Los sistemas y valores mundanos deben ser deshechos en el reino de Dios. Nos regocijamos, porque los humildes son exaltados y los tronos mundanos no tienen valor en el plan de Dios. María es una pobre adolescente judía embarazada. ¡Y eso es lo más bajo que puede llegar a ser! Sin embargo, debido a la presencia del bebé, ella es transformada para siempre. Ella es recordada y llamada bendita por Él.

 

Gracias al Salvador somos elevados y transformados como hijos de Dios. Este milagro vivificante toma nuestras vidas sencillas y las hace extraordinarias gracias a su presencia. María no estaba segura de lo que todo esto podría significar, pero su canción exclamó un punto de inflexión en la historia. La profundidad de esta gran reversión es difícil de comprender para nosotros y hay momentos en que el mundo puede parecer que se nos viene encima. Al igual que María se nos anima a hacer una pausa y reflexionar sobre dónde nos encontramos. Dios está obrando en sus hijos y a través de ellos, marcando el comienzo del nuevo reino. La gran reversión ya ha comenzado, y por lo tanto no debemos temer las cosas del mundo. En cambio, debemos vivir según lo que Él, en su santidad, quiere lograr.

 

¡Que nuestras almas magnifiquen al Señor, o reflejen su imagen! Esa es la esperanza de la gran reversión.

 

 

Carla Sumberg es Superintendente General de la Iglesia del Nazareno.

Public