Oración en Apocalipsis 15:3-4: El Cántico de Moisés y el Cordero
Hay una vieja historia que todos conocemos bien, y dice así: Israel estaba sufriendo esclavitud del poderoso imperio egipcio y clamaron a Dios. Dios escuchó sus clamores y eligió a Moisés para que los sacara de Egipto. El faraón no quería liberarlos, pero Dios envió plagas sobre los egipcios hasta que el faraón admitió la derrota y los liberó. Sin embargo, cuando se iban, el faraón decidió enviar a su ejército tras los israelitas. El ejército los acorraló en el Mar Rojo, pero Dios abrió el mar para que su pueblo pudiera cruzar. Cuando el ejército egipcio los siguió, las aguas cayeron y se tragaron a todo el ejército. En las orillas del Mar Rojo, el pueblo de Dios fue testigo de la asombrosa obra de Dios. Entonces Moisés y todos los hijos de Israel, llenos de temor ante Dios, se pusieron de pie a orilla del Mar Rojo y cantaron este cántico de victoria: “Cantaré al Señor, que se ha coronado de triunfo arrojando al mar caballos y jinetes. El Señor es mi fuerza y mi canción; ¡él es mi salvación” (Éxodo 15:1-2, NVI). A este cántico le llamamos el cántico de Moisés.
En Apocalipsis, Juan, un pintor de palabras, esboza gráficamente la justicia venidera de Dios al final de los tiempos. A medida que Juan se acerca al final de su libro, describe el conjunto culminante de siete juicios dentro del marco de la historia del Éxodo (Apocalipsis 15-16). Cuando comienza la visión de las siete copas de plagas, los hijos de Dios están de pie victoriosos junto a un mar y cantan un cántico a su Dios (Apocalipsis 15:2-4). Este cántico es el cántico del siervo de Dios, Moisés y del Cordero (15:3). Después del cántico vienen las plagas: llagas (Apocalipsis 16:2 y Éxodo 9:10-11), el mar y los ríos se convierten en sangre (Apocalipsis 16:3-4 y Éxodo 7:17-21), oscuridad (Apocalipsis 16:10 y Éxodo 10:21-22), ranas (Apocalipsis 16:13 y Éxodo 8:3), truenos, relámpagos y granizo (Apocalipsis 16:18, 21 y Éxodo 9:23-24). Así como las plagas del Éxodo concluyen con Dios secando el Mar Rojo para que su pueblo escape (Éxodo 14:21), así también el derramamiento de las copas de plagas termina con el secado del agua, esta vez el río Éufrates, que abre un camino para que los reyes del oriente invadan (Apocalipsis 16:12). En los días de Juan, el Éufrates marcaba un límite oriental del imperio romano, por lo que el secado de ese río haría que el imperio fuera vulnerable a la invasión del imperio parto. El secado del agua en ambas historia conduce a la liberación del pueblo de Dios. A través de todas estas conexiones, Juan está enmarcando la visión de la justicia venidera de Dios como un nuevo (último) Éxodo, donde su pueblo será liberado del mal y la opresión para siempre.
Juan esboza la historia del éxodo del Antiguo Testamento en Apocalipsis 15:16, pero es la antigua historia transfigurada. Los elementos transformados de la historia nos incitan a reflexionar sobre su significado. Primero, está el título del cántico. En Apocalipsis no se llama simplemente el cántico de Moisés, sino “El canto de Moisés siervo de Dios y del Cordero” (Apocalipsis 15:3, NVI). No se trata de una compilación de dos cánticos diferentes, sino del cántico de Moisés, que es el cántico del Cordero. Este es el cántico de adoración a Dios por su liberación, primero a través de Moisés y finalmente a través del Cordero. Dios se ha hecho visible al mundo en sus actos de redención, comenzando en el éxodo y continuando hasta ese día final y en todos los tiempos intermedios. Este cántico es el cántico que el pueblo de Dios canta en adoración a su Dios liberador.
Si bien el contenido de los cánticos de Éxodo 15 y Apocalipsis 15 tienen un tema en común: la grandeza insuperable de Dios, la versión de Apocalipsis es significativamente más corta. El primer cántico contine una celebración prolongada de la derrota del ejército de Faraón. El segundo cántico omite cualquier representación o celebración de la derrota del enemigo. El cántico de Moisés y el Cordero es un cántico de esperanza para las naciones y no una celebración de su juicio. El segundo verso plantea una pregunta retórica convincente: “¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?” (Apocalipsis 15:4). Juan describe tres razones para glorificar a Dios: 1) Porque sólo Dios es santo; 2) porque todas las naciones vendrán y lo adorarán; y 3) porque Dios revela su rectitud y justicia. Esta estrofa señala nuestra esperanza de que todas las naciones vendrán y adorarán a Dios. Juan nos está enseñando a tener esperanza en ese día cuando las naciones caminarán a la luz de Dios y del Cordero (Apocalipsis 21:24 – 22:5).
Tal vez la transformación más sorprendente del cántico de Moisés es que Juan ha invertido el orden de la liberación y la celebración. En Apocalipsis, los vencedores cantan el cántico de adoración antes de que lleguen las plagas. Aquí Juan no está describiendo el cántico de Moisés y el Cordero como una adoración que debe esperar la liberación final de Dios. En cambio, este es un cántico que debe cantarse en medio de los problemas, la opresión y el mal, en anticipación de la liberación. Este cántico fue cantado por el pueblo de Dios hace mucho tiempo, es un cántico que cantamos ahora y es un cántico que todo el pueblo de Dios cantará cuando sus obras poderosas estén completas. Al igual que la Santa Cena, este canto de Moisés y el Cordero recuerda lo que Dios ha hecho en el pasado, celebra la obra de Dios en el presente y nos señala esa obra futura de Dios, mientras vivimos con la esperanza de nuestra liberación.
Renee Miller es profesora en la Universidad Nazarena MidAmerica en Olathe, KS, EE. UU.