La Verdadera Adoracion
Ante la inigualable y poderosa presencia de Dios, uno se derrite en genuina adoración. No hay palabras, solo un gemido. En tiempos de prueba, dolor, o dificultad en mi propia vida, frecuentemente acudo a mi santuario y lugar de oración favorito, un descolorido tapete rosa en el baño. Ante su presencia, no necesitamos articular elocuentes palabras, solo abrir nuestro corazón en honestidad y rendición.
Desconozco cual era el lugar secreto de oración del rey David, un hombre según el corazón de Dios, pero a la luz de las Escrituras en el Salmo 69, entendemos la intensidad de su oración. La desesperación de su alma refleja, que después de todo, era un hombre con sus muchas faltas y necesidades como nosotros.
David necesita a Dios
El mismísimo rey, con un palacio y criados que satisfacían sus más pequeños caprichos, también tuvo días difíciles, amargos, de oscuridad, depresión y luchas –las internas eran las peores. David tuvo días donde no veía a Dios. Su única compañía era una profunda soledad ¿se identifica?
David es honesto
«Sálvame, oh, Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma. 2 Estoy hundido en cieno profundo, donde no puedo hacer pie…»
Detengámonos un momento. Pongámonos en los zapatos del salmista, porque muy probablemente hemos estado en ese lugar resbaladizo e incierto.
David se humilla en confesión
Había desagradado y lastimado su corazón y eso ocasionaba una brecha. Algunas expresiones de lamento, confesión, angustia como ‘sácame del lodo’, ‘mírame’, ‘respóndeme’ abundan en este salmo. David no ve a Dios en su situación, pero sabe que está ahí.
David se rinde a Dios
«Mas a mí, afligido y miserable, tu salvación, oh, Dios, me ponga en alto» (v.29), David a pesar de lo que estaba pasando, estaba a punto de experimentar más profundamente lo que significa la verdadera adoración de Dios. Mientras más oscura sea la noche, más brillante será el amanecer.
David adora a Dios
«Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza» (v.30)
Recordemos:
- La verdadera adoración se manifiesta en obediencia y fidelidad, aunque no entendamos bien los eventos que estén ocurriendo en nuestra vida.
- La verdadera adoración ocurre en un corazón contrito y humillado delante de Jehová.
- La verdadera adoración ocurre cuando ganamos una perspectiva correcta de Dios –contrastamos quién es Dios y qué pequeños somos nosotros. El Rey de Reyes, sentado en su trono, decide bajar a encontrarse con este pobre, don nadie, pero Él me llama Hijo (a) y yo le llamo Padre.
- La verdadera adoración ocurre fuera de las paredes de la iglesia –en un pequeño cuartito en casa –tu santuario. Percibe a Dios en todos lugares. Ve a Dios en lo cotidiano, mientras otros fácilmente lo pasan desapercibido.
- La verdadera adoración se refleja en una vida santa.
- La verdadera adoración se muestra en profunda gratitud como estilo de vida.
Que su vida y la mía brille en los tiempos oscuros que vivimos hoy. Alabemos a Dios con nuestras vidas, acciones y obediencia.
Erika Hasenauer es un anciano ordenado en la Iglesia del Nazareno.