Florece donde estás Plantado
En cada una de las mesas instaladas en un salón de compañerismo de una iglesia en París, Francia, las cajas de plástico con comida se llenan tan rápido como se descargan los camiones que traen las mercancías. Afuera, los camiones se escurren por las estrechas calles de París, entregando alimentos que han recogido durante la mañana en las tiendas de comestibles de toda la ciudad. La distribución de alimentos es un servicio de lo que se ha llamado “la asociación”. Originalmente nació de la misión de la Iglesia del Nazareno en Francia: servir a las comunidades de manera dinámica y relevante a través de proyectos dirigidos por miembros de esas comunidades. Esta última parte es clave. La asociación ha crecido para cumplir esa misión y es completamente administrada por la comunidad. Alrededor de 50 miembros registrados componen la asociación, incluyendo aproximadamente 30 voluntarios que donan muchas horas de su tiempo cada semana.
Mintou Diop es una de esas voluntarias, que dedica tantas horas a la semana a la asociación como lo haría en un trabajo de tiempo completo. Ella ha estado involucrada con la distribución desde su inicio, organizando a los otros voluntarios, programando rutas y facilitando todo lo demás.
Alrededor del 90 por ciento [de los voluntarios] descubrieron la asociación como beneficiarios. Sabían cómo era. Imran* también se ofrece como voluntario en la distribución de alimentos todos los sábados. Comenzó como beneficiario también. Hace cinco años, huyó de su país de origen para buscar una vida más segura en Europa, dejando atrás a su esposa y sus tres hijos. Se encontró atrapado en un campo de refugiados en Croacia mientras esperaba que se procesara su solicitud de asilo. Con el tiempo se conectó con los misioneros nazarenos en Croacia, quienes se convirtieron en una familia. “Realmente cambiaron mi vida”, dice. A partir de ahí, terminó en Francia como solicitante de asilo. No hablaba el idioma, ni conocía ninguno de los sistemas, y el proceso para solicita asilo era completamente nuevo. “Cuando vine aquí a Francia . . . yo no sabía nada”, dice. Un extraño que se sintió conmovido por su historia le compró un boleto a París, el centro de todas las solicitudes y procesos de asilo. “Cuando alguien hace algo así por mí, no lo olvido”, explica. “Si no se lo devuelvo a él, entonces [le daré] a alguien más, porque no lo olvido”.
Imran se designó a sí mismo como enlace no oficial para cualquier otra persona que sea nueva en Francia como refugiado o solicitante de asilo mientras su solicitud pasaba por los diferentes pasos. “No es que, ‘tengo que hacer eso’” explica “es que quiero hacer eso”.
La historia de Imran es una de muchas; cada una de las personas que han estado en contacto con la asociación tiene una historia. Los involucrados en la asociación han permitido que estas historias informen cómo se configuran los servicios. Brian Ketchum, quien se desempeña como misionero nazareno y también es miembro de la asociación, explica que cada servicio proviene de alguien que ve o experimenta una necesidad y desea abordarla. La asociación y sus muchos socios se han esforzado por “. . . florecer donde están plantados”, explica Ketchum. “Muchas piezas del tamaño de Dios tuvieron que unirse” para que esto sucediera.
Callie Stevens es especialista en comunicaciones y escritora de Ministerios Nazarenos de Compasión.
*El nombre ha sido cambiado por seguridad.
Esta es una versión abreviada de un artículo que se publicó originalmente en la revista de MNC, número 1 de 2022. Visite ncm.org/magazine para leer la historia completa.